Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silencio, invento la desesperación, la mente que me concibe, la mano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigo que me inventa, mi semejante; y a mi contrario: torre que corono de banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad devastada que renace lentamente bajo la dominación de mis ojos.
CONTRA EL SILENCIO Y EL BULLICIO INVENTO LA PALABRA, libertad que se inventa y me inventa cada día.
Octavio Paz
CONTRA EL SILENCIO Y EL BULLICIO INVENTO LA PALABRA, libertad que se inventa y me inventa cada día.
Octavio Paz
IMÁGENES EN LIBERTAD
lunes, 23 de octubre de 2017
A CANTAR EL HIMNO!!!
HIMNO DE LA COALICIÓN CAMBIEMOS
Voz Principal: Elisa Lilita Carrió
Coros: María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich
Así como existe la Marcha Peronista o la Radical...de a poco se va instalando en los medios y entre la gente este nuevo Himno...hasta que lo aprendamos de memoria,
viernes, 20 de octubre de 2017
#JUSTICIAPORSANTIAGO
A SANTIAGO LO MATÓ GENDARMERÍA
EL ESTADO ES RESPONSABLE
QUE NADIE BAJE LOS BRAZOS...AHORA EMPIEZA LA VERDADERA LUCHA!!!
Maldonado con Lorca, y el sol
Por Rodolfo Braceli (Extraído del periódico Página 12)
Cómo, cómo no soñar con ciertos seres cuando lo que llamamos
“la realidad” se nos torna pesadilla. Eso me pasó en una noche reciente del
agosto del año 2017 después de Cristo: soñé con aquel Federico y con este
Santiago. De pronto uno era el otro, y los dos eran el mismo; ambos, tejidos
por la niebla del mismo espanto.
Aquel Federico era García y era Lorca. Este Santiago es
Maldonado y es 1, 2, 3, 25, 73, 115, 399, 743, 1358, 3278, 4512, 7920, 13298,
23956... Pero, ¡me cago en la hedionda leche de los malparidos! Me estoy
distrayendo con la obscena discusión cuantitativa del Pérfido y la banda de
prolijos que lo apaña. Basta de eso. ¿Hasta cuándo partenaires? Dejemos de ser
comentaristas tardíos del sucesivo horror consumado por los negacionistas que
siguen careteando, convalidando la asesinación. Es decir: de los prolijos que,
puertas adentro, simpatizan sin asco con aquellos violadores que torturaron,
desuñaron, quemaron encías, testículos y vaginas. Entonces violaron la vida. Y
no les fue suficiente: entonces violaron a la mismísima muerte y arrojaron
cuerpos al mar y negaron sepultaras y eternizaron el duelo incesante. Y no les
fue suficiente: entonces afanaron seres recién paridos, desde la placenta, de cuajo.
Y no les fue suficiente, y van por más: siguen haciendo muerte, deshaciendo
vida. Confunden impunidad con heroísmo. Argumentan que no se puede vivir en el
pasado. Vomitan la memoria. Prosiguen su tarea los prolijos desnucadores de la
condición humana.
Así fue: soñé con Federico y con Santiago.
Voces indignadas me dicen: “Pero ¿qué tienen que ver aquél y
éste?” Mucho que ver: los dos, más que personas, eran humanos y criaturas. ¿Que
no? Busquemos los retratos de Federico y de Santiago. Veremos que los dos
tenían la inconfundible luz de la niñez en la mirada.
Voces engoladas me dicen: “Pero por favor; nos estamos en
guerra civil, no estamos en dictadura”. De acuerdo. Pero el caso es que la
asesinación sigue aquí, latente, agazapada, infatigable. ¿Dónde es aquí? Aquí,
en esta patria idolatrada, rifatizada, benetteada, ofrecida a la buitredad de
afuera por la buitredad de adentro. Esta patria, tan loteada. Tan entregada a
la recontraconquista del desierto.
Ahora advierto: he cometido tremendo sacrilegio. Dije
“eran”. Dije “tenían”. ¿Cómo es posible que claudique a la desesperanza y que
dé por muertos a aquel Federico y a este Santiago? ¡No, muertos nunca! En todo
caso, los dos ahora respiran de otra manera. Porque la muerte no siempre se
sale con la suya. Y la resurrección es un derecho y es un deber.
Pero debo contar el sueño. Es la insoportable madrugada de
Federico, en un día mal parido… “Vamos, arriba, depravado, que te ha llegado la
hora de soltar los calzones, vamos ¡y a correr!”
Huyendo de la voz, atravesado de pavura, descalzo, con una
camisa todavía blanca, el corazón criatura ahí va corriendo en busca de una
guarida: la luna de esa noche que viene interminable. Sabe –su madre se lo
dijo– que en la luna él cabría, acostadito, y que allí, en su regazo, podría
estarse a salvo de cualquier odio.
Huyendo, alcanza a decir “madre, ¿por qué las balas
siempre han de alcanzar la espalda del que huye?”
En mi sueño, a Santiago después de apalearlo también le
proponen: “Dale, barbudo con aritos, andá a cantarle a los mapuches y a la
pachamama…” Recuerda Santiago: de niño le dijeron que en el vientre de la luna
podría guarecerse.
Federico y Santiago eran de carne de hueso de sangre de
música, y de sol. Eran, y son. Fue el 19 de agosto de 1936, Federico. Fue el 1º
de agosto de 2017, Santiago. Ay, luces acribilladas. Ay, luces tan derramadas.
Ay, agosto siembra de ausencia la corteza asombrada de la Tierra.
Sigue el sueño: uno es el otro, el otro es uno. Y el abismo
se desfonda. Un viento demasiado frío empieza a entrarles por las ventanas de
sus espaldas, a Federico y a Santiago. Ellos están corriendo, las balas le
voltean las camisas, y van las balas por sus nucas. Pobrecitas, aterradas
criaturas.
Hay testigos: entre la niebla del sueño ven la asesinación
las campanas, y se les desgaja la lengua, y enmudecen.
Y el aire cae de bruces con menos gesto que un gorrión
vulnerado.
Y el Verbo, sin más, pierde el habla.
Y todas las alas aprenden que son de cristal al estrellarse
contra el suelo.
Y los ángeles –si es que hay ángeles– dejan de zurcir su
almíbar.
Y los demonios, con gruesos lagrimones, caen de rodillas.
Y el Cruxificado se remueve en sus clavos y avergonzado
reconoce: -Padre, Padre, pensar que yo alguna vez creí que sólo a mí me habías
abandonado.
Y el absurdo se desnuca.
Y el sol, qué puede hacer el sol… se tapa los ojos.
Y a Dios se le vuela el sombrero y se le cae al piso la
mayúscula.
¡Y el alarido se queda sin paladar! Y Federico y Santiago
ahora saben que ellos eran aquella mariposa “ahogada en el tintero”. Y sienten
que se ha “roto el mundo”. Les está doliendo “la carne del corazón. Y la carne
del alma”.
Intentan pronunciar palabras, pero ay, se le quedan las
palabras en el aire, “como corchos sobre el agua”.
Arde la sangre en sus venas. Tres veces dicen “Ay de mí”.
Aquel 19 de agosto y este 1º de agosto, nos siguen
sucediendo en una noche sin aurora. La pesadilla es la realidad.
En mi sueño ellos seguirán corriendo, pero las hambrientas
balas los alcanzarán antes de treparse a la luna. Y los rematarán por la
espalda. Por la nuca, a esos corazones. Las criaturas son imperdonables. La
absurdidad una vez más se fue de palos, se le fue la mano.
Posdata. Me desperté con la pregunta: “¿Dónde está Santiago?
Y la pregunta se me agravó: “¿Por qué no está Santiago?”
Pero algo hay que no me animé a compartir: en el sueño vi a
Federico y a Santiago que se abrazaban largamente. Las manos de los dos se
mojaron en la espalda del otro. En el sitio donde estaban parados y abrazados
se fue formando un charco del tamaño de sus cuerpos.
Debe saberse: era, es, un charco de sol.
sábado, 14 de octubre de 2017
DOS GRANDES Y UN PEQUEÑO HOMENAJE
EN HOMENAJE A LO QUE SERÍA EL CUMPLEAÑOS DE UN GRANDE...DE UN HERMANO
MUSEO AUTÓNOMO DE GESTIÓN INDIGENA
SALUDAMOS LA CREACIÓN DEL
Museo Autónomo de Gestión Indígena
Argentina Centro de Medios Independientes (( i ))
El artículo original está en http://argentina.indymedia.org/news/2017/06/908693.php Imprimir
comentarios.
Luego de una década de abandono
estatal, la comunidad de Punta Querandí se abre camino con autonomía y
autodeterminación. Así lo explica Valentín Palma Callamullo, militante quechua:
“El Museo es lo cúlmine, es para traer todas las piezas que fueron apareciendo,
que motorizaron esta lucha desde un principio, para conocimiento de toda la
sociedad como debe ser. Ya no se puede esperar más a un Estado que mete la
cabeza bajo la tierra como el ñandú, mientras el río y las olas de las lanchas
y las motos de agua desaparecen el sitio patrimonio cultural milenario que
dejaron los ancestros”.
Callamullo, vecino del paraje Punta Canal, agrega que el Museo “es el resultado de casi una década de desidia y abandono del Estado en todos sus niveles” y resaltó los ataques de fines de 2016 contra el Opy (lugar sagrado guaraní), situación que obligó a profundizar la recuperación de Punta Querandí con nuevas construcciones.
“El Estado se borró, entonces nos vimos forzados como pueblos indígenas recuperadores del lugar a construir el Museo de manera autónoma. Es la autogestión de nuestra cultura, de nuestra educación, es un primer paso. El Estado debe respetar nuestras decisiones y nuestra forma de pensar”, expresa.
Por su parte, el qom Alberto Aguirre, uno de los guardias del sitio sagrado y quien estuvo a cargo de la construcción del Museo, señala: “Es rescatar todo lo que está invisible para sacarlo a la luz de una vez por todas y en un lugar específico donde estuvieron, donde se encontraron las piezas, no exhibimos cosas que se sacaron de otros lados”.
Soledad ‘Jasuka’ Roa, del pueblo
guaraní, describe la importancia de este momento: “Después de muchos años se
logró el objetivo de poner un Museo, es uno de los pasos más grandes, nos
fortalece a todos porque es un lugar de aprendizaje de nuestra historia
verdadera. Estas realidades, humedales, sitios sagrados, ¿donde te las
enseñan?”.
“El Museo es como un recuerdo de todos nuestros antepasados que vivían en este lugar y en esta región, es muy importante para que la gente y los más chicos puedan aprender de todas las culturas de nuestros ancestros. Acá era el encuentro de los sureños con los norteños”, expresa Reinaldo Roa, integrante del pueblo guaraní y vecino del barrioLa Paloma de El Talar (Tigre),
otro de los abuelos de la comunidad de Punta Querandí.
“Estas son historias que nuestro pueblo desconoce, porque nunca nos han enseñado, están escondidas y las tendrían que enseñar en los colegios para que los chicos tengan su identidad, su raíz, su origen e idiosincrasia de esta región”, agrega Reinaldo.
Otro luchador de Punta Querandí es Santiago Chara, quien a su vez es referente de la comunidad qom de Benavidez, partido de Tigre. “Vamos a mostrar la pura verdad de lo que existió. Acá tapan la historia y eso es parte de lo que vamos a revelar, este es un Museo Histórico Indígena del que se puede obtener mucha cultura y mucho arte de nuestros pueblos, para que mucha gente pueda venir a visitar y que vea que no son palabras nada más”, manifiesta.
Leni Lachs es una de las personas mayores de Punta Querandí y es un ejemplo de quienes sin tener “sangre indígena” se comprometen con la lucha. Sobre el Museo explica que es “un espacio largamente esperado” y que está “dedicado a visibilizar no sólo el pasado, no sólo este sitio que es el que nos inspiró, sino a mostrar que todas las energías de los pueblos originarios siguen circulando, vivas, entre nosotros. Y a invitar a que más descendientes se animen a reconocerse, conocer sus orígenes, y se muestren, libres de silenciamiento, en su andar actual”.
“LOS ARQUEÓLOGOS TIENEN QUE RENUNCIAR”
Los materiales milenarios
expuestos en el Museo fueron ‘ninguneados’ por un sector de la academia y las
autoridades arqueológicas, quienes primero alegaron que no existían y luego
dijeron que no tenían valor. Esto fue hace casi una década, cuando se
dividieron las aguas y los “profesionales” a cargo del área cerraron filas con
la empresa EIDICO.
El qom Alberto Aguirre apunta contra los especialistas Daniel Loponte y Alejandro Acosta, quienes se desempeñan dentro del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y son financiados por el CONICET, pero al mismo tiempo trabajan para el empresario inmobiliario Jorge O’Reilly: “Ellos abandonaron el sitio porque decían que no tenía valor, nosotros le damos el valor ancestral que tiene desde nuestra cosmovisión”.
“Yo creo que deberían sentir vergüenza por lo que hicieron y por lo que dijeron, es más, tendrían que dar un paso al costado y dejar que otra gente más responsable se dedique a trabajar de verdad”, dice Santiago Chara, referente de la comunidad qom Cacique Ramón Chara de Benavidez y otro destacado luchador de Punta Querandí.
“Si tuvieran un poquito de conciencia lo menos que podrían hacer sería renunciar al título que tienen, por la forma en que ellos están empleando ese título, para beneficio y logro personal económico, y no para defender y salvaguardar todo lo que es el patrimonio. Deberían renunciar y dejar el lugar vacante para otros que tienen las ganas de hacer las cosas bien”, coincide Alberto.
El Movimiento en Defensa de la Pacha reclamó en varias
oportunidades a las autoridades de la Dirección Provincial
de Patrimonio Cultural el respeto a los derechos indígenas, cambios en la
política arqueológica oficial y el reemplazo de los especialistas responsables
en el territorio de los llamados “Bajíos Ribereños”, correspondiente a los
humedales amenazados por el negocio inmobiliario. La última vez fue en octubre
de 2015 pero, si bien asumieron nuevos funcionarios con la llegada al poder de
la gobernadora María Eugenia Vidal, el responsable del centro de registro
arqueológico, Fernando Oliva, continúa en su cargo.
Con respecto al rol de los arqueólogos asignados por el Estado para resguardar los sitios indígenas, Soledad Roa plantea que estos especialistas “tienen que trabajar en pos de la sociedad y no para intereses de empresarios”. Así mismo, recama que los ‘expertos’ consulten a los pueblos originarios ante hallazgos de sitios arqueológicos, “para ver qué podemos hacer de conjunto, tienen que tener nuestro consentimiento, no es cualquier hecho encontrar un sitio ancestral en un lugar que va a ser destruido para generar barrios privados para beneficio de pocos”.
La mujer guaraní amplió su
descargo: “El gobierno de la provincia tiene que poner a arqueólogos que
respeten los derechos de los pueblos originarios. Más allá de que no seamos
descendientes directos (del sitio), hay organizaciones y comunidades indígenas
vivas a las que se le debe tener en cuenta en estas situaciones”.
Jasuka remarcó la conexión espiritual de los vecinos de raíces de pueblos originarios con las tierras disputadas por la empresa EIDICO: “Punta Querandí tiene mucho valor cultural porque fortalece la identidad de los indígenas que vivimos actualmente en Tigre y ayudar a reencontrarnos con el territorio indígena que hay debajo del asfalto”.
Valentín Palma Callamullo redobla los argumentos: “Necesitamos que el Estado revise el trabajo que ha habido en zona norte con la preservación de bienes patrimoniales de toda la ciudadanía y de la humanidad, empezar a ver cómo podemos reparar tantos años de desidia y de ausencia”.
Alberto se suma a los
cuestionamientos a los arqueólogos: “Ellos son los que dan el visto bueno, son
los que hacen el desastre, no en su totalidad, hablo de casos particulares; las
autoridades están permitiendo que ocurran estas cosas: vienen, excavan,
rescatan y dicen ‘sitio liberado’ para las empresas. Y es financiando por la
mismas empresas, hay algo que no cierra. Los funcionarios tendrían que replantearse
si defienden el interés común o si son empleados de las empresas de
construcción que hacen los countries”.
“Desde aquí vamos el debate con la academia, para revisar nuestra historia y la práctica arqueológica del Estado, con muchos grises oscuros, con seudos protectores del patrimonio cultural bonaerense que simplemente el triste rol que hacen es barrer sitios bajo la alfombra para no entorpecer el desarrollo de la mafia inmobiliaria, de O’Reilly, Constantini y compañía”, dice Callamullo.
Los objetivos de fondo siguen siendo “la protección de los espacios arqueológicos, que para nosotros son sagrados, se pide igualdad de derechos tanto de nuestro medioambiente como de nuestros bienes espirituales de toda la población indígena y de los ancestros que están descansando ahí”, manifiesta el militante quechua.
LA SEGUNDA CONQUISTA
Los contenidos del Museo no sólo apuntan a lo ancestral y a la realidad indígena, sino que cuenta el pasado reciente y las problemas actuales que sufre toda la población a causa de la invasión de barrios privados que en la última década avanzaron sobre 10 mil hectáreas de humedales enla
Cuenca Baja del Río Luján, superficie equivalente a la mitad
de todo el territorio de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Aquí tenemos otra historia que también está como invisible”, relata Alberto, quien rescata la identidad de los vecinos nacidos o criados desde pequeños en el paraje Punta Canal, ubicado en el límite de las localidades de Dique Luján (Tigre) y Maschwitz (Escobar). “Tienen un arraigo muy especial, ellos se ven avasallados como nosotros y están preocupados por defenderse porque de a poco estos avances inmobiliarios van socavando a las familias. Los barrios privados rellenan sus terrenos inundando a los vecinos para que ellos tengan que emigrar de su lugar de origen”.
“Yo relaciono la migración que tiene que sufrir el ciudadano común del paraje, con la destrucción que quieren hacer de los restos arqueológicos de los abuelos”, concluye el abuelo qom, el gran constructor de la cabaña de madera que alberga al Museo Autónomo de Gestión Indígena.
En un escenario de funcionarios y arqueólogos funcionales a la destrucción del patrimonio natural y cultural, el Museo es una herramienta para fortalecer las raíces del territorio y de sus habitantes, una descolonización necesaria para profundizar la resistencia a las grandes empresas invasoras del siglo XXI.
Museo Autónomo de Gestión Indígena
Argentina Centro de Medios Independientes (( i ))
“Un primer paso en la autogestión de nuestra
cultura y educación”
Por MDP Punta Querandí - Thursday, Jun. 22, 2017 at 4:15 AM
El Museo
Autónomo de Gestión Indígena es más que una nueva herramienta educativa en
Punta Querandí: es un paso muy importante en la recuperación del territorio
ancestral en el límite de Tigre y Escobar. En este informe, integrantes de
pueblos originarios opinan sobre este acontecimiento y exigen la “renuncia” de
los arqueólogos que entregaron el lugar al empresario inmobiliario Jorge
O’Reilly.Por MDP Punta Querandí - Thursday, Jun. 22, 2017 at 4:15 AM

Callamullo, vecino del paraje Punta Canal, agrega que el Museo “es el resultado de casi una década de desidia y abandono del Estado en todos sus niveles” y resaltó los ataques de fines de 2016 contra el Opy (lugar sagrado guaraní), situación que obligó a profundizar la recuperación de Punta Querandí con nuevas construcciones.
“El Estado se borró, entonces nos vimos forzados como pueblos indígenas recuperadores del lugar a construir el Museo de manera autónoma. Es la autogestión de nuestra cultura, de nuestra educación, es un primer paso. El Estado debe respetar nuestras decisiones y nuestra forma de pensar”, expresa.
Por su parte, el qom Alberto Aguirre, uno de los guardias del sitio sagrado y quien estuvo a cargo de la construcción del Museo, señala: “Es rescatar todo lo que está invisible para sacarlo a la luz de una vez por todas y en un lugar específico donde estuvieron, donde se encontraron las piezas, no exhibimos cosas que se sacaron de otros lados”.
“El Museo es como un recuerdo de todos nuestros antepasados que vivían en este lugar y en esta región, es muy importante para que la gente y los más chicos puedan aprender de todas las culturas de nuestros ancestros. Acá era el encuentro de los sureños con los norteños”, expresa Reinaldo Roa, integrante del pueblo guaraní y vecino del barrio
“Estas son historias que nuestro pueblo desconoce, porque nunca nos han enseñado, están escondidas y las tendrían que enseñar en los colegios para que los chicos tengan su identidad, su raíz, su origen e idiosincrasia de esta región”, agrega Reinaldo.
Otro luchador de Punta Querandí es Santiago Chara, quien a su vez es referente de la comunidad qom de Benavidez, partido de Tigre. “Vamos a mostrar la pura verdad de lo que existió. Acá tapan la historia y eso es parte de lo que vamos a revelar, este es un Museo Histórico Indígena del que se puede obtener mucha cultura y mucho arte de nuestros pueblos, para que mucha gente pueda venir a visitar y que vea que no son palabras nada más”, manifiesta.
Leni Lachs es una de las personas mayores de Punta Querandí y es un ejemplo de quienes sin tener “sangre indígena” se comprometen con la lucha. Sobre el Museo explica que es “un espacio largamente esperado” y que está “dedicado a visibilizar no sólo el pasado, no sólo este sitio que es el que nos inspiró, sino a mostrar que todas las energías de los pueblos originarios siguen circulando, vivas, entre nosotros. Y a invitar a que más descendientes se animen a reconocerse, conocer sus orígenes, y se muestren, libres de silenciamiento, en su andar actual”.
“LOS ARQUEÓLOGOS TIENEN QUE RENUNCIAR”
El qom Alberto Aguirre apunta contra los especialistas Daniel Loponte y Alejandro Acosta, quienes se desempeñan dentro del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y son financiados por el CONICET, pero al mismo tiempo trabajan para el empresario inmobiliario Jorge O’Reilly: “Ellos abandonaron el sitio porque decían que no tenía valor, nosotros le damos el valor ancestral que tiene desde nuestra cosmovisión”.
“Yo creo que deberían sentir vergüenza por lo que hicieron y por lo que dijeron, es más, tendrían que dar un paso al costado y dejar que otra gente más responsable se dedique a trabajar de verdad”, dice Santiago Chara, referente de la comunidad qom Cacique Ramón Chara de Benavidez y otro destacado luchador de Punta Querandí.
“Si tuvieran un poquito de conciencia lo menos que podrían hacer sería renunciar al título que tienen, por la forma en que ellos están empleando ese título, para beneficio y logro personal económico, y no para defender y salvaguardar todo lo que es el patrimonio. Deberían renunciar y dejar el lugar vacante para otros que tienen las ganas de hacer las cosas bien”, coincide Alberto.
Con respecto al rol de los arqueólogos asignados por el Estado para resguardar los sitios indígenas, Soledad Roa plantea que estos especialistas “tienen que trabajar en pos de la sociedad y no para intereses de empresarios”. Así mismo, recama que los ‘expertos’ consulten a los pueblos originarios ante hallazgos de sitios arqueológicos, “para ver qué podemos hacer de conjunto, tienen que tener nuestro consentimiento, no es cualquier hecho encontrar un sitio ancestral en un lugar que va a ser destruido para generar barrios privados para beneficio de pocos”.
Jasuka remarcó la conexión espiritual de los vecinos de raíces de pueblos originarios con las tierras disputadas por la empresa EIDICO: “Punta Querandí tiene mucho valor cultural porque fortalece la identidad de los indígenas que vivimos actualmente en Tigre y ayudar a reencontrarnos con el territorio indígena que hay debajo del asfalto”.
Valentín Palma Callamullo redobla los argumentos: “Necesitamos que el Estado revise el trabajo que ha habido en zona norte con la preservación de bienes patrimoniales de toda la ciudadanía y de la humanidad, empezar a ver cómo podemos reparar tantos años de desidia y de ausencia”.
“Desde aquí vamos el debate con la academia, para revisar nuestra historia y la práctica arqueológica del Estado, con muchos grises oscuros, con seudos protectores del patrimonio cultural bonaerense que simplemente el triste rol que hacen es barrer sitios bajo la alfombra para no entorpecer el desarrollo de la mafia inmobiliaria, de O’Reilly, Constantini y compañía”, dice Callamullo.
Los objetivos de fondo siguen siendo “la protección de los espacios arqueológicos, que para nosotros son sagrados, se pide igualdad de derechos tanto de nuestro medioambiente como de nuestros bienes espirituales de toda la población indígena y de los ancestros que están descansando ahí”, manifiesta el militante quechua.
Los contenidos del Museo no sólo apuntan a lo ancestral y a la realidad indígena, sino que cuenta el pasado reciente y las problemas actuales que sufre toda la población a causa de la invasión de barrios privados que en la última década avanzaron sobre 10 mil hectáreas de humedales en
“Aquí tenemos otra historia que también está como invisible”, relata Alberto, quien rescata la identidad de los vecinos nacidos o criados desde pequeños en el paraje Punta Canal, ubicado en el límite de las localidades de Dique Luján (Tigre) y Maschwitz (Escobar). “Tienen un arraigo muy especial, ellos se ven avasallados como nosotros y están preocupados por defenderse porque de a poco estos avances inmobiliarios van socavando a las familias. Los barrios privados rellenan sus terrenos inundando a los vecinos para que ellos tengan que emigrar de su lugar de origen”.
“Yo relaciono la migración que tiene que sufrir el ciudadano común del paraje, con la destrucción que quieren hacer de los restos arqueológicos de los abuelos”, concluye el abuelo qom, el gran constructor de la cabaña de madera que alberga al Museo Autónomo de Gestión Indígena.
En un escenario de funcionarios y arqueólogos funcionales a la destrucción del patrimonio natural y cultural, el Museo es una herramienta para fortalecer las raíces del territorio y de sus habitantes, una descolonización necesaria para profundizar la resistencia a las grandes empresas invasoras del siglo XXI.
MOIRA MILLAN...PRESENTE!
CARTA ENVIADA A "LA GARGANTA PODEROSA"
¿Cuándo, sino ahora?
miércoles,
8 marzo, 2017
¡Mari mari kom pu che!. ¡Saludos a todas y todos!. Desde la puelwillimapu, la
cordillera sur.
Mi nombre es Moira Millán, soy Mujer, soy Mapuche, soy Weychafe,
Guerrera. Nací un día de agosto en un invierno nevado en un pueblito llamado El
Maitén, en el Noroeste de la provincia de Chubut. Soy melliza de Mauro.
Tengo sangre mapuche pero también tehuelche. Tengo cinco hermanos.
Cuando tenía tan solo un año de edad mis padres nos llevaron a vivir a Bahía
Blanca, mi padre era ferroviario.
Crecer en una gran ciudad, en una villa, llena de carencias no fue
fácil. Reinaba una atmosfera racista y tensa en todos los espacios públicos. Un
día aún muy niña comencé a llorar por las noches del dolor en mis piernas, mi
mamá me llevó al médico y el diagnóstico fue que precisaba comida, estaba con
cierta línea de desnutrición. Me llevaron a un centro complementario a tomar la
leche, comer y allí aprendí a leer y a escribir. Nunca se debe subestimar el
tiempo y el amor entregado a un niño, su efecto es mágico y definitivo. En mi
barrio todos los niños eran indígenas, la mayoría era mapuches, venían de
comunidades dispersas en la Patagonia de un lado y del otro lado de la
cordillera; venían desde nuestra Wallj mapu, así le llamamos a nuestro
territorio ancestral. A la escuela primaria la sufrí como a un correccional de
menores, en mi casa yo era una vivaz lectora, verborrágica y feliz, pero allí
me volvía tímida, silenciosa y dispersa. Nunca me hablaron sobre mi propia
historia, nos enseñaban que los asesinos de mi pueblo y antepasados, eran
próceres. El color de nuestra piel, la negrura y el lacio de nuestros cabellos,
nuestros ojos rasgados, nuestra mirada profunda eran la herencia de nuestros
ancestros que murieron peleando para que nosotras y nosotros vivamos. Un día al
salir de la escuela yendo de la mano con mi mamá le pregunté por qué Dios había
hecho rico a los rubios y pobres a los morochos. No pudo responderme… los años
y la lucha me enseñaron que hay un sistema racista que establece la supremacía
blanca. Las niñas indígenas, las morochitas del aula, éramos vistas como feas y
tontas. Yo leía mucho, los libros eran mi pasión, con ellos lograba volar lejos
de la soledad y el dolor. A los doce años empecé a limpiar casas, como la
mayoría de las mujeres indígenas de este país, a cuidarme de los patrones
lascivos y acosadores. Durante esos años de mi niñez, algo me quedó claro:
hombre, adulto, blanco y patrón eran sinónimos de ALERTA Y PELIGRO!
A los 18 años decidí ir en busca de mis raíces y emprendí un viaje
que cambió mi vida para siempre, dándole un propósito. A veces elegimos
nuestras luchas, pero en otras ocasiones las luchas nos elijen. Sucedió un
verano seco y caliente en el desierto patagónico, allí donde fueron recluido
nuestros mayores, despojados de nuestros territorios. Toda la familia de
mi padre vivía en la zona de Jacobacci, provincia de Rio Negro. Llegué
justo, sin proponérmelo, los días previos a una ceremonia sagrada, muy
importante para mi pueblo llamada Kamaruko. Allí, el Lof,
nuestra comunidad, pacta la convivencia armónica con todo el resto de los pu
Newen, las fuerzas de la naturaleza, con las cuales coexistimos.
Durante 4 días se encendió el pillán ketral, fuego sagrado, el cual no
se debía apagar. Alrededor del fuego tahilekeamos(cantamos) y purrukeamos (danzamos). Miraba el cielo
estrellado y en ese círculo armonioso en donde me sentía libre y parte, mi mano
se dejaba apretar amorosamente por una tía abuela que me introducía en el
aprendizaje de los tahiel, los canto sagrados. Recuerdo
haber llorado casi todos los días, me descubría en mi verdadera
identidad. Descubrí que era de una Nación con Memoria, espiritualidad,
dignidad y fortaleza. ¡Mapuche ta inche!,
¡soy mapuche!. Allí mi pueblo me parió de nuevo, en medio del desierto, entre
cantos milenarios, gritos estruendosos, danzas que masajeaban con cariño la
mapu, nació el newenque se despertó para nunca más
volver a dormir. La weychafe, la guerrera. No soy valiente,
mis ancestros me dan coraje; no soy fuerte, la Mapu me fortalece; nos soy sabia, la
naturaleza me enseña y guía. Y hoy, con las hermanas indígenas de las 36
naciones vamos a ganar la guerra contra el genocidio, porque ustedes lucharan
con nosotras. ¿Quién, sino vos? ¿Cuándo, sino ahora?
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